Lectura: Juan 15:1-14

Cuando Alexander Whyte (1837-1921), el gran predicador escocés, era un niño, fue gravemente herido su brazo por una máquina trilladora. En vez de ir a un hospital para una casi segura amputación, fue tratado en casa por una vecina, esperando salvar su brazo. Cuando el niño se quejaba de su sufrimiento, ella simplemente le decía: “Repite: Me gusta el dolor. Es temporal el dolor”.  Ella sabía que era el primer paso hacia la recuperación.

Años más tarde, cuando la gente se quejaba de que los sermones de Whyte hacían un examen de conciencia demasiado crítico, él respondía: “Me gusta el dolor. Es temporal el dolor.” Creía que era necesaria la convicción real por pecado, acompañado por un arrepentimiento genuino, para que iniciara su sanación espiritual.

El dolor puede ser parte de la disciplina de Dios debido a la desobediencia a Su Palabra. Pero a veces cuando sufrimos dolor, interpretamos erróneamente el propósito de Dios a través de estas situaciones.  Al examinar en oración nuestras vidas, para tratar de detectar desobediencia, debemos considerar otra posible razón para nuestra aflicción.  El dolor puede ser la “poda” de nuestras vidas ya fructíferas en Dios, la cual sirve al igual que en los árboles, para hacernos más productivos espiritualmente (Jn. 15: 2). El Señor desea que lleves “mucho fruto” para que él (v.8) para que de esta forma le glorifiquemos.

Si estás pasando por un momento doloroso, puede que el propósito de Dios sea hacerte espiritualmente más fructífero, aunque nunca está de más examinar si estás siguiendo Sus ordenanzas para tu vida.

1. A través del dolor, Dios puede enseñarnos muchas lecciones preciosas para nuestras vidas.  Recuerda Él siempre sabe qué es lo mejor.  ¡Debes estar siempre atento y aceptar las correcciones del Señor!

2. Los problemas son oportunidades de progreso.

NPD/VCG