Lectura: Salmos 23:1-6

Todos en algún momento nos preocupamos, pero algunas personas son “profesionales” de la preocupación y hasta parece que lo tienen como uno de sus pasatiempos favoritos.

Una vez tuve un examen médico incómodo, y estaba francamente preocupado.  Finalmente, decidí que durante mi examen, me concentraría en las primeras palabras del Salmo 23: “El Señor es mi pastor…”  Hacer esto no solo me calmó, sino que me permitió pensar en algunas cosas de las cuales nunca me había percatado con respecto a este conocido Salmo, por ejemplo: en su cuidadosa forma de cuidarnos, su provisión diaria, su confort en medio de las luchas y problemas, entre otras muchas cosas.  Así transcurrió el tiempo y casi sin darme cuenta ya me habían realizado el examen.

El escritor Rick Warren en su libro: Una vida con propósito, habla con respecto a este mismo tema: “La preocupación es pensar en un problema una y otra vez.  La meditación es pensar en la Palabra de Dios una y otra vez”.

Mientras más meditemos y estudiemos la Palabra de Dios, menos tiempo tendremos para preocuparnos.  A través de este hermoso Salmo, David nos cuenta la forma como él meditó en su amado Señor, su buen Pastor, en lugar de preocuparse.  Posteriormente, el Señor lo escogió para que fuera el pastor de su pueblo (Salmos 78:70-72).

  1. El Señor también quiere ser tu pastor, ¿Estás dispuesto?
  2. Mientras más pensemos en Dios, menos pensaremos en las cosas de este mundo..

HG/MD

“El Señor es mi pastor; nada me faltará.” (Salmos 23:1)