Lectura: Mateo 23:13-28
Uno de los pecados en los cuales Jesús hizo más hincapié, fue la “hipocresía”, término que proviene del griego jupokrisis, y que hace referencia a la actuación dramática o a la pretensión; esto se aplicaba muy bien a algunos de los que se le opusieron, en especial a los líderes religiosos de su época.
Los hipócritas religiosos son impostores de la fe, tratan de aparentar una vida espiritual fingiendo que aman a Dios, actúan ante los demás un papel e intentan impresionar a otros con su falsa postura piadosa. Son embusteros que buscan engañar a todos, pero nunca lograrán engañar a Dios.
Esta puede ser una de las principales tentaciones que podemos tener como creyentes, fingir algo que no somos. Un amigo me compartió un posteo de redes sociales que decía: “Jesús viene, finge estar ocupado”.
Aunque podemos fingir que estamos ocupados para no comprometernos más con la obra de Dios, nunca podremos engañarlo; Él sabe exactamente lo que hay en nuestros corazones, así como sabía lo que había en los corazones de los fariseos a quienes recriminó por su falsedad (Mateo 23:13-28). Jesús sabe si nuestro andar es genuino o si lo que presentamos ante los demás es solamente una fachada religiosa.
- Toma un momento para revisar tu vida, ¿eres un hipócrita que tiene una apariencia de piedad ante los demás? No puedes engañar a Dios, no es suficiente pretender estar ocupado.
- El hipócrita no es una persona auténtica; asiste a iglesias y hace cosas buenas simplemente para que otros lo admiren, nunca seas como ellos.
HG/MD
“Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mí” (Salmos 51:10).