Lectura: Salmo Éxodo 6:1-13

Existía una triste realidad que asolaba a muchos trabajadores a quienes explotaban en las compañías del sector agropecuario o las minas.  Muchos de los obreros de este tipo de negocios, se sentían atrapados e incapaces de cambiar su precaria situación sin importar cuánto se esforzaran.

Los trabajadores a menudo vivían en casas de las compañías y se les pagaba con “bonos”, los cuales sólo tenían validez en las tiendas que curiosamente también pertenecían a las compañías.  Una canción de los años cincuenta del siglo pasado llamada Dieciséis toneladas, escrita por Merle Travis, decía en una de sus frases: “Aunque lo citaran para ir al cielo, decía el afligido minero, no podría hacerlo, porque le debía su alma a la tienda de la compañía”.

Esta melancolía y desesperante resignación, era la que posiblemente sentía el pueblo hebreo luego de 400 años bajo la esclavitud egipcia.  Estaban tan acostumbrados a tal situación que ni aun cuando Moisés les prometió liberarlos con la mano de Dios, le prestaron atención: “a causa del decaimiento de ánimo y de la dura esclavitud” (Éxodo 6:9).  Ellos estaban tan profundamente hundidos en su depresión, que no podían mirar hacia arriba en busca de una salida.

Pero, a pesar de esta reacción, Dios hizo algo que ellos no podían hacer, les dio una liberación inmerecida, lo cual era una sombra o símbolo de lo que Dios también haría por cada uno de nosotros para liberarnos de la esclavitud del pecado por medio de su Hijo Jesús, “porque, aun siendo nosotros débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos” (Romanos 5:6).

  1. Al estar derrotado y sin esperanza, el único lugar al que puedes recurrir por ayuda real es hacia arriba, con nuestro gran Dios y Señor.
  2. La maravillosa gracia de Dios puede llevar su luz aun ante la oscuridad más terrible.

HG/MD

“Aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23:4).