Lectura: 1 Corintios 12:14-26

El entrenador de baloncesto colegial quería dejar una buena huella en sus jugadores, así que un día les dijo lo siguiente: “Quiero que, de ahora en adelante, cada vez que marquen una canasta reconozcan al miembro de su equipo que les pasó el balón para que ustedes encestaran”.

Casi de inmediato uno de los jóvenes le replicó: “Pero entrenador, ¿eso no nos va a quitar mucho tiempo en el partido?” El entrenador le contestó: “No estoy pidiéndoles que vayan corriendo y lo abracen, tan sólo basta con realizarle un gesto de aprobación con su cabeza o con su mano”.

El entrenador quería enseñarles un principio muy importante para sus vidas, las victorias no son el resultado de un esfuerzo individual, son una consecuencia del esfuerzo colectivo.  Cada quien en su nivel de responsabilidad es una pieza para el éxito del resto.

Esto nos debe hacer recordar las palabras del apóstol Pablo, con respecto a que cada miembro es parte de un cuerpo: “Porque si todos fueran un solo miembro, ¿Dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros y a la vez un solo cuerpo” (1 Corintios 12:19-20).

Nuestros éxitos personales como familia, como parte de una empresa, institución o iglesia, son tan sólo la evidencia de un sin número de interacciones que hacen posible un resultado.

  1. Debemos ocuparnos mutuamente de nuestras necesidades; utilicemos los dones dados por Dios para edificarnos y fortalecernos, para que como un equipo bien conjuntado cumplamos los propósitos de Dios.
  2. No nos olvidemos de agradecer a las personas que nos han ayudado a estar donde estamos, recordemos que también somos parte de un equipo que necesita de otras personas para cumplir con su misión de llevar las buenas nuevas.

HG/MD

“Pues el cuerpo no consiste de un solo miembro, sino de muchos” (1 Corintios 12:14).