Mártires de la Fe
Mary Khoury – Damour, Libano – 1975 – 1992
A Mary Khoury y su familia los obligaron a arrodillarse frente a su casa. El líder de los musulmanes fanáticos que invadieron la aldea, blandía descuidadamente su pistola frente a sus rostros. En sus ojos se reflejaba el ardiente odio que sentía por los cristianos.
- Si no se hacen musulmanes – Les amenazó – los mataré.
Mary sabía que también a una amenaza similar. Los líderes religiosos de insinuaron: “Deja a un lado tus planes de salvar pecadores, o serás crucificado”. Él escogió la cruz.
La decisión de Mary era muy similar.
- Fui criada como cristiana, y su Palabra vino a mí diciéndome: “No niegues tu fe”. Por lo tanto, obedeceré a Dios. Pueden disparar.
El disparo del arma detrás de ella retumbó a través del valle, y el cuerpo de Mary se desplomó lánguidamente en tierra.
Dos días después, llegó a la aldea la Cruz Roja. De todos los miembros de su familia, Mary era la única que permanecía con vida. Pero la bala atravesó su columna vertebral, dejándola paralizada de ambos brazos. Sus brazos permanecían extendidos a ambos lados, y doblados en los codos, en semejanza a la crucifixión de Jesús. Ella no podía hacer nada con ellos.
El Señor volvió a hablarle a Mary. A pesar de que ahora estaba inválida, ella sabía muy bien que Dios tenía un plan para su vida.
“Todos tienen una vocación”, dijo ella, “…Yo nunca podré hacer trabajo físico. Por lo tanto, ofreceré mi vida a favor de aquellos musulmanes, que le cortaron el cuello a mi padre, maldijeron y asesinaron a mi madre, y luego intentaron matarme a mí. Mi vida será una oración a favor de ellos”.
Oraciones como ésta son las que derrumban los gobiernos de aquellos que persiguen a los cristianos, cosa que miles de millones de dólares invertidos en armas nunca podrán lograr. Son las que también llevan cara a cara con el Hijo de Dios, a aquellos que odian a los cristianos.
El ejemplo de Mary animó a otros a asumir una postura heroica en el Líbano. Muchos murieron, fueron heridos o huyeron del país durante la guerra civil.
Algunos permanecieron, como lo hizo un misionero que estaba demasiado preocupado por su redil como para escapar a la libertad. A pesar de que una explosión destruyó su casa dejándolo sordo de un oído, y de que murió una familia de cinco miembros que eran sus vecinos, su espíritu permaneció firme. Un oído es más que suficiente para continuar esparciendo el evangelio. En el año 1990, uno de los difíciles de la guerra, él dijo lo siguiente: “Todos los días hay personas que vienen a los pies del Señor”
“Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios. Pues dicen las Escrituras: “Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se merecen”, dice el Señor. No dejen que el mal los venza, más bien venzan el mal haciendo el bien”. Romanos 12:19,21 (NTV)
Tomado del libro: Locos por Jesús, pág. 75-76