Lectura: Lucas 10:38-42

En el año 2023 se realizó un estudio que respondía a la pregunta: ¿En cuál ciudad las personas caminan más rápido? Para ello se cronometró el tiempo que las personas tardan en caminar 15 metros sin obstáculos, y se obtuvieron los siguientes resultados para los primeros siete puestos:

  • Singapur ocupó el primer puesto con un intervalo medio de 10,55 segundos.
  • El segundo puesto lo obtuvo la ciudad es Copenhague, con un registro de 10,82 segundos.
  • A esta le siguió Madrid, que sólo tardó una media de 10,89 segundos.
  • Seguida por Guangzhou, con un récord de 10,94 segundos.
  • Con una duración media de 11,03, Dublín ocupó el quinto puesto.
  • La sexta ciudad más rápida fue Curitiba, en Brasil, que registró 11,13 segundos.
  • Nueva York ocupó el séptimo lugar, con 12 segundos.

Más allá de la ciudad donde vivas, el estudio muestra que la velocidad del paso ha aumentado un 10% en promedio en los últimos 20 años. Si este es un indicador del ritmo de vida, sin duda estamos mucho más ocupados que antes.

Al pensar en ello, sería bueno que te preguntes: ¿Estás atrapado en el frenesí de una vida ajetreada? Detente y considera las palabras de Jesús a Marta: “… te afanas y te preocupas por muchas cosas.  Pero una sola cosa es necesaria. Pues María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:41-42).

Este es un excelente ejemplo de cómo se puede corregir un problema, sin descalificaciones, pero sí con claridad. Jesús no reprendió a Marta por querer ser una buena anfitriona, sino que le recordó sus prioridades. Marta había permitido que lo “establecido” adquiriera proporciones desmedidas, y su servicio le consumió tanto tiempo que no pudo sentarse a los pies de Jesús.

  1. Si bien es cierto debemos ser productivos para el Señor, en ese recorrido también debemos recordar lo más importante: disfrutar del tiempo que pasamos con nuestro Salvador.
  2. ¡Escoge lo mejor, estar al lado del Señor cada día!

HG/MD

“Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual se sentó a los pies del Señor y escuchaba su palabra” (Lucas 10:39).