Lectura: Salmos 150:1-6
El equipo masculino de hockey de Estados Unidos fue el protagonista de uno de los grandes momentos de la historia de los Juegos Olímpicos de Invierno, cuando superó a la Unión Soviética en los Juegos de Lake Placid de 1980.
Recordemos que en ese momento de la historia estaba sucediendo la Guerra Fría y ese breve momento llenó de una gran alegría el cual inspiró a un país que se sentía rezagado en el deporte frente a la potencia soviética; también fue un evento deportivo icónico que demostró el poder del trabajo en equipo y la determinación de jugadores amateur contra el equipo profesional soviético.
El libro de los Salmos cierra con un llamado del salmista a su pueblo, al decirles que “todo lo que respira alabe al Señor” de diferentes maneras. Él les sugiere que usen instrumentos como las trompetas y arpas, instrumentos de cuerdas y flautas, y que lo hagan al ritmo del pandero.
El salmista hace una invitación a alabar, honrar y adorar a Dios de manera creativa y apasionada, porque Él es grande y ha hecho obras poderosas por su pueblo. Estas manifestaciones externas brotan de un gozo interior incontenible. “Todo lo que respira alabe al Señor. Aleluya” (Salmos 150:6).
Nuestra alabanza a Dios siempre debe ser de corazón. Cuando pensamos en los atributos del Señor y en su obra a nuestro favor, no podemos evitar honrar su Nombre y su Persona con nuestra alabanza y adoración.
- Al pensar en todo lo que ha hecho el Señor por nosotros, es fácil alabarlo.
- Hoy en lugar de pedirle algo a Dios, alábalo.
HG/MD
“Todo lo que respira alabe a al Señor. Aleluya” (Salmos 150:6).
0 comentarios