Lectura: Mateo 4:18-22

Thomas Boston era un joven ministro escocés, quien en 1699 escribió en su diario lo siguiente: “Mientras leía en secreto Mateo 4:19, mi corazón se conmovió: …Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres.  Mi alma clamaba para que eso se cumpliera en mí, y tenía muchos deseos de saber cómo podía seguir a Cristo de manera que me convirtiera en pescador de hombres”.

Tiempo después Boston escribió el libro titulado: “Soliloquio en el arte de pescar hombres”. En ese libro explica lo que aprendió en el arte de ganar almas siguiendo los pasos del mayor Pescador de toda la historia.  Escribió que tanto los hábitos de los peces como los de las personas eran a menudo muy similares.

Si bien es cierto tienen algunas similitudes, también tienen un límite.   El pescador requiere de habilidades adquiridas a lo largo del tiempo, un poco de buena suerte al lanzar el anzuelo donde se encuentra el objetivo, y lo más importante es que los peces tomen el anzuelo y no se suelten de él; por otra parte, si queremos ser “pescadores de hombres”, nuestras buenas intenciones y esfuerzos pueden resultar insuficientes; se requiere de la gracia y misericordia divinas con tal que la persona con la que estamos compartiendo responda al mensaje, tal como lo registra el libro de Hechos 16:14 “Entonces escuchaba cierta mujer llamada Lidia, cuyo corazón abrió el Señor para que estuviera atenta a lo que Pablo decía…”.

Ser un pescador de hombres implica aprender y poner en práctica lo que las Escrituras nos dicen, y sobre todo tener mucha disposición para ser usados por Dios, tal como lo deseaba Boston en su tiempo.

  1. Pide a Dios de corazón que te ayude a ser un pescador de hombres.
  2. Si no estás en los negocios y asuntos del Padre Celestial (Lucas 2:49), no estás siguiendo al Salvador.

HG/MD

“Y les dijo: “Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19).