Lectura: Lucas 18:18-30
Al ver la cara de satisfacción y felicidad de las personas que salían de una iglesia, el adulto joven tuvo mucha curiosidad de saber la razón por la cual las personas se comportaban de esa forma.
Así que entró, él era una persona que tenía mucho éxito en lo que hacía y según él tenía su futuro resuelto, pero aun así sentía un vacío en lo más profundo de su ser.
Esperó que la mayoría se hubiera ido y se quedó finalmente con el ministro quien terminaba de acomodar algunas bancas, entonces le preguntó la razón por la cual aquellas personas tenían tanta felicidad, y agregó lo siguiente: “yo tengo de todo, soy buena persona, en ocasiones ayudo, pero ni aun en mi mejor día, me veo como ellos”. El ministro le dijo: “Vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y sigue a Jesús”.
El hombre le dijo: “No puedo deshacerme de mi casa, auto, trabajo, ropa, lujos, eso es imposible”.
Por supuesto conoces la historia, pero debes preguntarte lo siguiente: ¿exige Dios que renuncies a todo tu dinero y posesiones cuando aceptas su regalo de salvación? La respuesta corta es: no.
Pero en el caso del joven rico, Jesús sabía que su dinero iba a ser un gran problema. Iba a serle muy difícil poner su confianza en Dios porque siempre había dependido de sí mismo. Jesús usó deliberadamente la hipérbole para describir la lucha interna del hombre cuando dijo: “Otra vez les digo que le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios” (Mateo 19:24).
- El dinero y las posesiones pueden ser un obstáculo para que nos rindamos a Jesús por fe. También lo puede ser la seguridad de una beca completa o un buen empleo. Pero Dios ofrece un camino al verdadero éxito. Nuestros intentos de entrar en el cielo por nuestros propios méritos siempre serán imposibles.
- Aparte de la gracia de Dios, ninguno de nosotros puede ser salvo jamás (Efesios 2:1-10), pero “para Dios todo es posible”.
HG/MD
“Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” (Lucas 18:27).
