Lectura: 1 Corintios 3:1-17

Mientras buscaba un regalo para un amigo miré unas tarjetas de cumpleaños muy simpáticas, una de ellas tenía la siguiente frase: “Sólo eres joven una vez, pero puedes ser inmaduro siempre”.  Aún me estaba riendo, pero después pensé en la verdad que encerraba aquella frase en la tarjeta.  No tener que crecer puede tener cierto tipo de atractivo, es más, existe un síndrome llamado: Peter Pan, el cual padecen las personas que se aferran en extremo a su juventud o niñez.

También sabemos que la inmadurez perpetua es una conducta que no ayuda a nadie en su vida, y es por ello que es en extremo preocupante cuando esto se presenta en creyentes.  Las personas que hemos depositado nuestra confianza en Jesús, hemos nacido de nuevo y pasamos por una etapa espiritual de recién nacidos, pero a diferencia del nacimiento biológico, se espera que dejemos rápidamente esa etapa de bebés espirituales.  Las Escrituras nos impulsan a crecer cada día en nuestra relación con Dios.

Pablo le escribió a una iglesia con un gran problema de inmadurez, Corinto; les indicó que los problemas por los cuales estaban pasando, eran consecuencia de su falta de desarrollo espiritual, y lo deja muy claro en 1 Corintios 3:1: “hermanos, no pude hablarles como a espirituales, sino como a carnales, como a niñitos en Cristo”.

Pero, ¿cómo podemos dejar de ser bebés espirituales?  Sólo hay un camino y lo indica 2 Pedro 3:18 “crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Esto lo lograremos al hablar diariamente con Dios, estudiar Su Palabra y compartir nuestro tiempo con otros que también quieren aprender de Dios. (Salmo 119:97-104; Hechos 1:14; Salmos 133:1).

  1. Como los Corintios, quizás ya sea tu hora de crecer.
  2. Es necesario que tengas una relación constante y creciente con Dios, sólo así mostrarás en tu vida el carácter y las prioridades de Jesús.

HG/MD

“Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, quien da el crecimiento.” (1 Corintios 3:7).