Lectura: Génesis 22:1-14
En nuestros corazones siempre tratamos de ser la excepción a las palabras de Jesús: “…En el mundo tendrán aflicción…” (Juan 16:33). No obstante, debemos estar conscientes de que estas dificultades, aunque nos duelan, pueden formar parte del plan perfecto de Dios; si esto es así, podremos estar preparados cuando se presenten.
William Sangster (1900-1960), el destacado orador inglés, contaba la siguiente historia: “Una vez visité a una muchacha en el hospital, los médicos luchaban en vano para impedir que se quedara ciega. Con tristeza ella dijo: ¡Dios me va a quitar la vista! Escuché, pero al principio no contesté nada. Luego de forma tranquila y compasiva le dije: No dejes que lo haga, Jessie. Dásela. ¡No entiendo! respondió ella, por lo que le expliqué: Trata de orar así: Padre, si es necesario que pierda la vista, ayúdame a dártela”.
Si sabemos que un ser amado está muy próximo a su muerte, o si nos dicen que debido a un accidente seguramente quedaremos inválidos, démosle eso a Dios como ofrenda de amor y dependencia de nuestro Señor.
Esta situación no es nueva, hace ya miles de años se presentó en un desierto, lejos de la civilización, en el monte Moriah; Abraham estaba allí y solamente su hijo lo acompañaba. Ofreció a su único hijo, aquel que había sido concebido en su vejez, el hijo de la promesa fue entregado ante Dios en obediencia total, comprobando con ello su fe; pero el Señor lo detuvo en el último instante (Gén.22:1-14).
Pero este no fue el único caso; siglos después volvió a repetirse la misma situación, pero en este caso, era el Prometido, el Esperado, el Príncipe de Paz, el Hijo de Dios, quien fue ofrecido como sacrificio perfecto a Dios, y a diferencia de Isaac, Jesús si fue sacrificado, sufriendo la terrible muerte de cruz. Más Dios no lo dejó ahí, lo levantó y le dio un nombre sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla (Fil.2:1-11)
- Dios ha dispuesto todo por lo que hemos de pasar, para que nosotros aprendamos a depender y confiar en Él.
- Te damos gracias Señor por las dificultades y las bendiciones que han enriquecido nuestras vidas. Te las entregamos libremente a ti.
HG/MD
“Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo!” (Juan 16:33).
entendí que a veces Dios nos prueba para saber si estamos hechos para servirle y agradecerle y también para que estamos hechos en esta vida que nos mandó Dios y doy gracias que he predicado de él. Y que él fue mi salvador y gracias Dios que me dio la vida para ser un misionero de Cristo que resucito