Lectura: Salmo 107:23-32

El artista japonés Katsushika Hokusai (1760-1849) fue uno de los artistas más destacados de la historia japonesa.  Entre 1826 y 1833, cuando tenía entre 65 y 72 años, creó sus obras más destacadas, una serie de grabados en madera titulada: Treinta y seis vistas del Mte. Fuji.

Entre esas pinturas se encontraba una obra maestra: La gran ola de Kanawaga. La hizo durante un período de luchas económicas y emocionales en su vida, y muestra una ola gigante bordeada de espuma con forma de garra, a punto de caer estrepitosamente sobre tres botes pequeños llenos de remeros.

En el Salmo 107, también se nos narra una historia sobre personas que corren peligro en el mar. Flotando sobre las olas, “subieron los cielos, descendieron los abismos…”. Y como resultado, “…su alma se derretía con el daño” (v. 26). Por fin, los marineros le mandan un llamado de auxilio a Dios, y Él responde aquietando el mar y guiándolos a su destino (vv. 28-30).

Cuando enfrentamos circunstancias desesperantes, tendemos a recurrir a otros seres humanos para buscar dirección y consuelo. Sin embargo, no debemos olvidar que ellos también están en el mismo bote, perdidos en el océano de los altibajos de la vida.

No te equivoques, también puedes recibir buenos consejos y auxilio de otras personas y como creyentes estamos llamados a ser luz para otros (Mateo 5:14), pero, sólo Dios está fuera del bote, y en su soberanía, estabilidad y fortaleza, puede calmar las tormentas (vv. 24-25, 29).

  1. ¿Estás atravesando dificultades? ¡Acude al Señor Jesús!
  2. Puedes ser un instrumento de la gracia de Dios cuando ayudas a otras personas en sus dificultades y las guías, para que comprendan que tan sólo en Dios están las soluciones verdaderas (Efesios 2:10).

HG/MD

“Los hombres se maravillaron y decían: ¿Qué clase de hombre es este, que hasta los vientos y el mar le obedecen?” (Mateo 8:27).