Lectura: Mateo 1:18-25
Aunque a la mayoría estos días les traen muchas alegrías, para algunos también son días de tristeza y soledad,d pues recuerdan a seres queridos que ya no están o añoran el abrazo de un amigo que, por cosas ya pasadas, en algunos casos se ha separado desde hace ya muchos años; o se sienten señalados y menospreciados por una sociedad que premia las apariencias y los éxitos temporales.
Es por ello que, para nosotros como creyentes, estos también son días de grandes oportunidades para acercar el amor y el perdón de Dios a aquellas personas que se sienten solas y se encuentran a nuestro alrededor.
No obstante, también hay una realidad, es materialmente imposible estar con esas personas todo el tiempo y muchas veces tampoco podemos conocer exactamente el origen de su dolor o tristeza. Si bien es cierto nuestra presencia puede ser útil, nunca será suficiente. Tan sólo Dios puede satisfacer las necesidades de cada uno de nosotros y es por eso que nos ha traído buenas nuevas, el Señor se nos ha revelado como “Emanuel”, que significa: “Dios con nosotros”.
Un amigo estaba visitando a una anciana quien vivía sola y estaba pasando por una situación un tanto complicada, dentro de las palabras de aliento que compartió con ella, fueron las del Señor en Mateo 28:20: “…he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, al terminar de leer esto le dijo a la mujer: “Esa es una gran promesa”, la anciana le guiñó el ojo e inmediatamente le contestó: “Esa no es una promesa, ¡es una realidad!”
- Emanuel, es la cura para la tristeza y la soledad.
- En esos días de soledad recuerda las palabras del Señor: “…Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé” (Hebreos 13:50).
HG/MD
“He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emanuel, que traducido quiere decir: Dios con nosotros” (Mateo 1:23).