Lectura: 2 Corintios 12:1-9

Cuenta la historia sobre un viejo reloj de péndulo, que había estado en el mismo lugar durante más de 100 años brindando su servicio de forma puntal a varias generaciones de la familia. Como parte del mecanismo, el reloj tenía un gran contrapeso en la parte de atrás, lo cual permitía que funcionara con fidelidad de reloj suizo.

Un día la familia vendió la casa incluyendo con ella el viejo reloj, y en una limpieza, el nuevo dueño de aquel veterano artefacto observó el gran contrapeso que tenía, y se dijo para sí, “Pobre reloj, le voy a quitar esta pesada carga que ha tenido que soportar durante tantos años”; sin embargo, al hacer esto el reloj dejó de funcionar.

Inmediatamente, el hombre llamó a un amigo que sabía sobre este tipo de relojes, y quien le preguntó: “¿Por qué quitaste el contrapeso?”, a lo que él respondió: “Quería aliviar la pesada carga que recaía sobre el viejo reloj”. Su amigo replicó: “Pues debes ponerlo de nuevo, eso es lo que mantiene al reloj funcionando”.

Al enfrentar problemas, muchos de nosotros tratamos de buscar la salida fácil, preferimos llevar una vida sin cargas.  Al tratar de hacer esto, no estamos reconociendo que muchas veces Dios nos mantiene encaminados y funcionando, por medio de las cargas que parece que van a derribarnos, y que por el contrario nos hacen más fuertes.  Las pruebas pueden darnos la tracción espiritual que necesitan nuestros pies para soportar.

  1. Nuestras cargas traerán bendiciones inesperadas, “porque nuestra momentánea y leve tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que incomparable” (2 Corintios 4:17).
  2. Necesitamos la tracción que nos dan las cargas para avanzar en los terrenos difíciles de la vida.

HG/MD

“Porque nuestra momentánea y leve tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que incomparable” (2 Corintios 4:17).