Lectura: 1 Pedro 1:13-21

Muchos estaban expectantes de las noticias en los medios.  Otros oraban.  El capitán Scott O’Grady piloto de un F-16 había sido derribado mientras volaba sobre Serbia. ¿Había sido asesinado o capturado? ¿Estaba herido de gravedad? Las horas pasaban. Cinco días pasaron. En el sexto día otro piloto interceptó un débil mensaje proveniente de la radio de emergencia de O’Grady.  Estaba vivo,  y procuraba de todas las formas posibles esconderse de los soldados enemigos.

Inmediatamente todos los recursos necesarios fueron movilizados para efectuar una audaz operación de rescate.  O’Grady fue rescatado por un helicóptero y sus compañeros y muchos en los Estados Unidos celebraron este rescate.  La revista Newsweek informó que el operativo y la maquinaria utilizada para el rescate del piloto que fueron valorados en $ 6 mil millones.

No podemos estimar el valor de un alma humana, porque nunca podríamos calcular el precio que Dios pagó por rescatarnos.  En gracia, motivado por Su amor, Él envió a su Hijo para ser nuestro Salvador.  Jesucristo murió en la cruz y derramó Su preciosa sangre para rescatarnos del reino de las tinieblas (1 Pedro 1: 18-19.).  ¡Si tomáramos todas las estrellas de todas las galaxias y las  transformáramos en oro, aun así esa suma incalculable, no podría comprar nuestra salvación!

1. Reconozcamos por lo tanto,  el agradecimiento que debemos tener por ese regalo inmerecido, el cual nos debe llevar a tener una vida de entrega  total y obediencia a Aquel que dio todo por nosotros.

2. Jesús dio todo para mí, ¿cómo puedo yo darle menos?

NPD/VCG