Lectura: Juan 6:60-69

Un misionero que trabajaba con Evangelismo en países donde no se permite hablar libremente del Evangelio, contó una historia acerca de un creyente en Rusia antes de la caída del comunismo. Al saber que un amigo había conseguido una Biblia, le pidió que se la prestara. Sin embargo, su amigo leía el precioso Libro cada noche hasta las 10 p.m, así que cada noche durante ocho meses, desde las 10 p.m. hasta las 2 a.m., ese creyente dedicado copió laboriosamente la Biblia de su amigo. Finalmente, cuando algunos compañeros cristianos lo visitaron trayéndole Biblias, él intercambió su obra de amor manuscrita por varios ejemplares.

Imagina que no tienes acceso a una copia de la Biblia. ¿Qué precio pagarías por obtener una?

Llevemos esta pregunta a un nivel más profundo. Cuando las enseñanzas de Jesús comenzaron a “ofender” a aquellos que lo estaban siguiendo, muchos eligieron irse (Juan 6:60-66). Así que les preguntó a Sus discípulos, “¿Acaso queréis vosotros iros también?” (v.67). Pedro respondió, “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (v.68). Pedro sabía que Jesús era el Verbo vivo -Dios revelado en la carne-. Él estaba dispuesto a abandonarlo todo en esta vida por seguir a Aquel quien es el Camino, la Verdad, y la Vida.

1.  ¿Tenemos el compromiso de Pedro? ¿Tenemos la devoción de aquel creyente ruso?

2.  ¿Qué precio pagaríamos por el mejor de los libros? ¿Y por nuestro Señor?

HG/MD

«Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.» – Juan 6:68