Lectura: Salmos 91:1-16
La joven estaba muy entusiasmada cuando encontró las redes sociales de su cantante favorita, y decidió enviarle un comentario. Elaboró el mejor mensaje que pudo y se lo envió esperando su respuesta. Cuando lo envió recibió un mensaje automático que decía: “He recibido tu mensaje, espera un poco que te responderé”.
De inmediato pensó que había pocas probabilidades de que ella respondiera en verdad, ya que se trataba de una celebridad y seguramente le enviaban muchísimos mensajes por día. Entonces, esperó muchos días hasta que finalmente entendió que jamás le respondería.
En contraste, sabemos que Dios sí contesta cuando le hablamos. Él es el “Altísimo”, el “Omnipotente” (Salmo 91:1). Aunque su posición es la más alta y su poder es ilimitado, podemos acceder a Él ya que prometió: “Él me invocará, y yo le responderé” (Salmo 91:15).
Hay un antiguo cuento que habla de un rey quien contrataba tejedores para que le hicieran tapetes y vestidos. Les daba la seda y los diseños, así como instrucciones para que le consultaran de inmediato si surgían problemas.
Un tejedor hacía todo bien y estaba contento, mientras que el resto siempre tenía dificultades. Cuando le preguntaron por qué, respondió: “¿No vieron cuántas veces llamé al rey?”. “Sí —le respondieron—, pero como siempre está tan ocupado, pensamos que no debías molestarlo tanto”. El muchacho contestó: “¡Solo le obedecí, y él estaba muy feliz de poder ayudarme!”.
Nuestro Dios es como ese rey… pero mucho más grande. En su inmenso amor y bondad, se ocupa de nuestras cosas más pequeñas.
- Siempre puedes acudir a Dios, para solicitarle su guía, Él siempre te responderá con un “Si”, un “No” o un “Espera este no es el momento”.
- La oración es un recurso que siempre tienes a tu alcance.
HG/MD
“Él me invocará, y yo le responderé; con él estaré en la angustia. Lo libraré y lo glorificaré” (Salmo 91:15).
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