Lectura: Romanos 12:9-18

Cuando hemos hecho nuestro mejor esfuerzo para servir al Señor, un comentario irreflexivo o crítica puede quitarnos la alegría. Cuando eso sucede, hay que centrarse en lo que Dios piensa de nosotros.

Sofía, una directora de música de una iglesia, había llevado preparado un especial musical poco convencional, para el aniversario de su iglesia, el mismo era un poco difícil.  Los ensayos no habían ido tan bien, especialmente en una sección instrumental. Tras la actuación, uno de los músicos expresó su enojo diciendo: “Deberíamos haber practicado más este programa, así podríamos haber hecho las cosas bien!”

Sofía estaba devastada. Este era, después de todo, un esfuerzo voluntario para una audiencia de una iglesia.  No se había cobrado a nadie por este especial musical. Muchos de los músicos no eran músicos calificados, pero estaban dispuestos a dar su talento al Señor. Lo habían hecho bien, y la gente en general lo había reconocido.

Cuando Sofía llegó a casa, ella estaba orando con lágrimas corriendo por su rostro.  Entonces el Señor le habló a su corazón, recordándole que Él si había aceptado sus esfuerzos. Y esto le dio la paz que requería.  Esto debido a Él también había sido rechazado por muchos, al dar el máximo de sí en la cruz, y en compañía de personas falibles como sus compañeros de viaje.

No dejes que las críticas injustas acerca de tu ministerio que te hagan venirte abajo. Mantén tu servicio a Cristo con fervor (Rom. 12:11).  El Señor si está complacido por el servicio hecho a partir de un corazón dispuesto y un deseo de honrarle. Recuerda lo más importante es que Él lo acepta.

1. Si seguimos haciendo lo que es correcto y servimos a Cristo cada día, no debemos temer lo que otros piensen, tampoco lo que dicen los críticos.

2. Lo que Dios sabe de nosotros, es más importante que lo que las personas piensan de nosotros.

NPD/DCE