Lectura: Juan 1:43-51

La voz infantil se oyó resonar desde el asiento de atrás preguntando: “Papá, ¿cuánto falta para que lleguemos?” El papá respondió: “Llegaremos pronto y así podrás comer tus galletas de arroz favoritas”.  El niño alegó: “No, esas no son mis favoritas, son las de chocolate”.

La sonrisa radiante del niño expresaba: “Estoy muy cerca de casa y voy a comer mis galletas de chocolate”.  Por supuesto, era un juego que su padre estaba haciendo con su hijo, lo conocía muy bien y sabía cuáles eran sus galletas favoritas.

A pesar de todo el tiempo de calidad que un papá pase con sus hijos, por más que quiera nunca los conocerá también como el Señor nos conoce.

En Juan 1 tenemos un ejemplo de ello; cuando Natanael se acerca Jesús le dijo: “¡He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño!” (v.47).  Asombrado, Natanael le respondió: “¿De dónde me conoces?”  Entonces, aclarando su pregunta Jesús le dijo que lo había visto debajo de una higuera (v.48).

El apóstol Juan no nos cuenta por qué Jesús decide compartirle a Natanael ese quizás insignificante detalle, pero parece que a Natanael eso le sorprendió muchísimo, puede ser que en su mente él fuera la única persona conocedora de ese detalle y por ello expresó: “Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el rey de Israel!” (v.49).

  1. Jesús quien es Dios, nos conoce de manera total y perfecta, y nos invita también a conocerlo a Él y a que seamos sus amigos (Juan 15:15).
  2. Si quieres conocerlo aún mejor habla con Dios todos los días, lee Su Palabra y pasa tiempo con otros que también están en el proceso de conocerlo.

HG/MD

“Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen” (Juan 10:14).