Lectura: 1 Corintios 12:1-18

Las abejas son seres maravillosos que tienen una de las estructuras sociales más desarrolladas del mundo animal; en una colmena promedio pueden habitar cerca de 80.000 abejas con su reina como centro de todo, sin ella la colmena no tendría futuro.

Pero las 80.000 abejas no se quedan sentadas admirando a su reina, ellas tienen una tarea que cumplir.

Las abejas conocidas como forrajeras, se enfrentan a un mundo hostil en cada una de sus salidas para buscar el alimento necesario para todas.  Por otra parte, las abejas guardianas tienen como su objetivo principal proteger de intrusos la entrada de la colmena.  Las abejas funerarias son responsables de sacar los cuerpos muertos de sus hermanas.  Las recolectoras de agua llevan en su cuerpo la humedad que necesitan.  Las yeseras confeccionan una especie de cemento para reparar la colmena, y las ventiladoras se estacionan en la entrada soplando hacia afuera el aroma de la colmena, para que sus hermanas forrajeras encuentren el camino a casa. También existen las abejas exploradoras cuya función es mantenerse alerta con respecto a las oportunidades y peligros del mundo exterior.

La variedad y especialización de estos insectos es extraordinaria; de igual forma, el Señor ha dado dones y tareas especiales a todas las personas que conforman su iglesia.  Nadie ha sido llamado por Jesús para permanecer sentado. Todos somos capaces de hacer algo por la obra del Señor, no lo dudes.

  1. Ten presente siempre que somos llamados a servir.
  2. La obra del Señor funciona mejor cuando nos vemos como parte del equipo, y no como meros espectadores.

HG/MD

“Pero ahora Dios ha colocado a los miembros en el cuerpo, a cada uno de ellos, como él quiso” (1 Corintios 12:18).