Lectura: Génesis 12:1-4
Temprano, en una mañana fría de invierno, un hombre iba conduciendo su automóvil por la autopista; de repente vio que ocurría un accidente justo frente a sus ojos, orilló su vehículo y se dispuso a ver en qué podía ayudar. Uno de los automóviles estaba en llamas y en su interior había una dama atrapada, sin pensarlo mucho el hombre rompió lo que quedaba del vidrio y salvó a la mujer de una muerte segura. Cuando llegaron los medios de comunicación, le preguntaron por qué había arriesgado su vida por una persona extraña, él sencillamente dijo: “Tenía que hacerlo, di un paso de fe”.
Era la última entrada de la final del Béisbol y el equipo contrincante iba perdiendo por una carrera, se trataba de la última oportunidad para cambiar el resultado del partido, el lanzador se preparó y realizó su mejor lanzamiento, y el bateador golpeó la pelota fuertemente. La pelota se iba alejando cada vez más pero el jardinero no la perdió de vista, cuando llegó a la barrera dio un salto increíble y se estiró sin pensar mucho en su integridad física, finalmente la atrapó, dándole la victoria a su equipo e impidiendo que el contrario anotara. Cuando le preguntaron en qué estaba pensando en el instante cuando voló por los aires, él respondió: “Decidí lanzarme tras de ella y di un salto de fe”.
Estas dos historias, aunque parezcan totalmente diferentes tienen algo en común, la fe. En Hebreos 11:8 y 9, se nos dice que por la fe Abraham fue obediente al emprender un viaje de su país con su familia, a una tierra diferente a la suya, sin saber a dónde iba. Eso definitivamente fue un salto y un paso de fe.
En estos momentos, puede ser que Dios te esté llamando a que realices para Él algo difícil, fuera de tu zona de confort. Quizás emprender un viaje misionero, dar testimonio o consejos a alguien que está tomando malas decisiones en su vida, mostrar amabilidad, perdón y amor a alguien que no lo merece o que necesita aliento. Sino estás seguro de poder con esa misión, pídele a Dios que te ayude, luego confía en Él y da un salto y un paso de fe.
- Cuando Dios nos desafía, es porque quiere que maduremos y salgamos de la zona de confort.
- Confiar en Dios siempre es lo correcto; será la mejor jugada o decisión de tu vida.
HG/MD
“Por la fe Abraham, cuando fue llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8).