Lectura: Marcos 10:17-31

Hace algunos años, los inversores de la Bolsa de Valores de los Estados Unidos, tuvieron ganancias extraordinarias; pero tan sólo unos años después, en 2008, perdieron más de lo que habían ganado.  Esto causó que muchos inversionistas se preguntaran si valía la pena seguir en ese negocio, o peor aún, si perderían mucho más dinero.

Durante su ministerio, nuestro Señor les dijo a sus seguidores que, si invertían sus vidas en los asuntos de Dios, tendrían una enorme ganancia espiritual en los cielos.  Así que muchos de ellos dejaron todo lo que tenían: casas, trabajos, posición social y familiar, para seguirlo (Marcos 10:28).

Sin embargo, al ver la lucha de un hombre rico cautivado por los bienes de este mundo, empezaron a generarse dudas en sus corazones, ya que, si aquel hombre “exitoso” tenía dudas con respecto al costo de la vida eterna (v.22), bien podía ser que hubieran escogido y decidido mal su inversión.

Jesús les responde de forma contundente al decirles que, si una persona había dejado todo por Él, recibiría muchísimo más en la eternidad (v.30).  Esta ganancia espiritual es muchísimo mejor que cualquier ganancia que podamos tener en la bolsa de valores, en el mejor trabajo del mundo, o el mejor premio de lotería de todos los tiempos.

Cuando invertimos en nuestra vida espiritual, no tenemos que preocuparnos por fluctuaciones en la “tasa de interés”, ya que la ganancia con Dios siempre será segura y mejor, no se mide en dinero o en fortuna sino en el gozo de conocerle mejor ahora y siempre.

  1. Vivir día a día con Dios es la mejor inversión de tu vida.
  2. Tú también puedes compartir con otros la ganancia que deja el gozo de conocerle, ¿Qué estas esperando?

HG/MD

“Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido…” (Mateo 19:27).