Lectura: Jeremías 17:5-10

¿Alguna vez te has mirado en un espejo de cristal curvo que fue diseñado para distorsionar la imagen que refleja? Tal vez eres alto y fornido, pero en el vidrio te miras bajo y delgado.

Estos “espejos de distorsión” ilustran el corazón humano que es poco fiable al reflejar nuestra condición espiritual. Nuestro “espejo del corazón” se ve empañado por el mal y está totalmente distorsionado debido a los efectos de la caída original. Es malvado y engañoso sobre todas las cosas que refleja.

Siendo ese el caso, el texto de nuestra lectura se pregunta con respecto al corazón humano: ¿Quién sabe realmente qué tan malo es? (Jeremías 17:9).  Ciertamente no lo sabe el hombre por sí mismo, porque: “El que confía en su propio corazón es un necio» (Proverbios 28:26). Sólo hay alguien quien puede decirnos algo acerca de nuestro verdadero reflejo espiritual; es Dios el que escudriña los corazones (Jeremías 17:10).

Dios nos conoce, dice que no engañamos a nadie más que a nosotros mismos si creemos que no tenemos pecado (1 Juan 1:8). Su Palabra aclara la imagen ya que deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos. (Hebreos 4:12).  Solamente debemos medirnos por la norma de Dios, sino es así, nos quedaremos cortos debido a nuestros problemas humanos. Sólo cuando tomamos a la Biblia como la autoridad moral para nuestra vida, nos damos cuenta de la urgente necesidad de salvación, y aceptamos su oferta de gracia y limpieza de nuestras vidas.

  1. Es imposible que tengas una buena imagen espiritual sin el tiempo adecuado e intencional para incluir a Dios en tu vida.
  2. La Biblia te dirá lo que está mal antes de que lo hayas hecho.

HG/MD

“Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos. Penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).