Lectura: 2 Timoteo 2:3-13

Una vez conocí a un padre de familia que demostraba una alarmante falta de consecuencia en su conducta.  Cuando estaba contento, permitía que sus hijos hicieran prácticamente lo que les diera la gana, así fuese un gran desorden.  Pero cuando estaba de mal humor, la más mínima provocación podía producir una estricta reacción.  Sus hijos aprendieron a echar un vistazo a su papá cuando entraba a la casa.  Luego dependiendo de lo que veían, tomaban la decisión de pasar lo más desapercibidos de su presencia o lo saludaban con entusiasmo.  Hasta el perro podía notar la diferencia.

Sabes, Dios no es como ese cambiante padre de familia, sino que es totalmente consecuente y justo.  De eso se trata la “palabra fiel” que Pablo escribe en 2 Timoteo  2:11-13.

Dios se alegra cuando ve nuestra fe y perseverancia, así como ve con desagrado y aplica corrección cuando ve nuestra falta de fidelidad y desobediencia.   Las palabras “si fuéremos infieles, él permanece fiel” (2 Tim.2:13), son una advertencia contra la insolencia y la desvergüenza, no una palabra de consuelo a los infieles.  La fidelidad de Dios significa que cumple Sus amenazas tanto como Sus promesas.

Lo único que Dios no puede hacer es actuar en contra de Su naturaleza.  Cumplirá Sus amenazas a aquellos que continúan negándole, y también cumplirá Sus promesas a los que han creído en Él.

  1. ¡Qué advertencia para los infieles! Pero, ¡que consuelo para los que ponen su fe en Cristo!

 

  1. Dios cumple Su palabra; puedes contar con eso.

NPD/HVL