Lectura: Santiago 3:1-8
A mi nieta Bree se encantaba el circo, pero tenía miedo del tigre. No tenía ninguna razón de ser, debido a que el enorme y viejo gato había sido domesticado y estaba enjaulado. Tenía sobrepeso, y sospecho que ya no tenía ningún diente. Junto a su amigo el león, la hermosa criatura rayada, estaban acostumbrados a seguir su rutina en sujeción humilde.
Puede domar un tigre, un león, un leopardo, un guepardo, y a otros animales salvajes, especialmente si se hace un trabajo con ellos desde su nacimiento. Pero de acuerdo con el apóstol Santiago, no se puede domar a la lengua humana. Él escribió: «Es un mal incontrolable, llena de veneno mortal» Santiago 3:8).
Santiago utiliza otras analogías vívidas para ilustrar el enorme poder de este pequeño miembro del cuerpo. Podemos hacer que un caballo vaya adonde queramos si le ponemos un pequeño freno en la boca (v.3También un pequeño timón hace que un enorme barco gire adonde desee el capitán, por fuertes que sean los vientos. (v.4). Así también una sola chispa, puede incendiar todo un bosque. (v. 5). Así también, aunque la lengua es un órgano tan pequeño, puede hacer mucho daño.
Incluso aplicando auto-disciplina y bajo constante supervisión estricta, la naturaleza rebelde de la lengua acecha peligrosamente por debajo de la superficie. Puedes domar un tigre, pero sólo la oración y la disciplina vigilante pueden controlar su lengua. -DCE
1. Señor, has que pueda controlar mis labios, has que tenga control sobre mi lengua; Ayúdame a evaluar cada pensamiento y a vigilar cada palabra que digo.
2. No puedes hablar bien, el que no controlas tu lengua.
NPD/DCE