Plan de Lectura: Ezequiel 4 – 7.
La mesa examinadora estaba rodeando a aquel empresario latino. La propuesta de ensamblar los minicomponentes de fabricación japonesa en el mismo país de consumo: Argentina, era una brillante idea.
Se estudió el proyecto y todos los funcionarios de aquella empresa japonesa estaban de acuerdo. Pero faltaba la palabra final del gerente. Llegó, tomó la carpeta, la leyó y estudió por algunos minutos y la cerró. Silencio en la sala. Al final, Mitsuo Toshiba dijo: “No se aprueba. Los equipos se seguirán ensamblando en el país de origen”.
Cada uno cerró su carpeta y se retiró quedando solo, frustrado y resentido el joven empresario argentino. De regreso al aeropuerto de Tokio le preguntó al que le conducía en su auto y que era uno de los que estuvo presente en la reunión: ¿Por qué nadie dijo nada, si todos estábamos de acuerdo que la idea era excelente? ¡Ni siquiera tú defendiste mi idea!, a lo que su amigo japonés respondió: Desde el momento que el señor Mitsuo dijo que no se acepta, su idea es mi idea. ¿Sabes cómo se llama eso, apreciado amigo? Se llama: respeto al sistema, se llama sujeción, obediencia y conciencia de estructura empresarial.
Creo que nuestras debilitadas democracias occidentales necesitan aprender mucho de estas lecciones orientales. Hemos hecho de las protestas una cultura, de las huelgas una costumbre y de los levantamientos políticos un arma de destrucción masiva que derroca gobiernos, destituye senados y condena a los países a un naufragio de anarquía crónica. ¿Por qué? ¿Por qué le cuesta tanto al corazón humano la sujeción y la obediencia debida? Prácticamente en todas las esferas a nivel mundial se da esta patología alarmante. Pero la peor catástrofe de la vida es pretender que mi idea sea mejor que la de Dios.
Discutir con el Autor de la vida, denunciar que su idea: EL evangelio, es una locura, y vivir empecinado en negarle. No dudes, Cristo es la expresión ideal de la divinidad, es la mejor idea de Dios y debe ser también la tuya. Porque “el mensaje de la cruz es una idea loca para los que se pierden; pero para nosotros, que creemos, es poder de Dios.”
La vocación del profeta demandaba una sumisión total a las órdenes, a veces extrañas de Dios, que usaba a Sus profetas como señales visibles de eventos futuros para su pueblo.
1. ¿Qué tuvo que hacer Ezequiel para ilustrar el estado de sitio de Jerusalén para los cautivos en Babilonia? ¿Por qué crees que tenía que sufrir tanta incomodidad y prácticas extrañas, siendo él un sacerdote?
2. ¿Qué significaba la señal de la barba de Ezequiel? ¿Qué significaba la pequeña cuarta parte amarrada a la túnica de Ezequiel?
3. ¿Cuál fue la principal causa de estas destrucciones al pueblo de Dios? ¿Por qué le enojaba tanto a Dios todo eso? ¿Será diferente hoy ante la veneración de imágenes «cristianas» de algunos grupos identificados como “cristianos”?
4. Que implica la frase o las diversas derivaciones de la misma: “Y sabrán que Yo Soy el Señor”. ¿Cómo sabrían esto? ¿Cuál era «el Día» que anunciaba Ezequiel?