Lectura: Efesios 2:1-10

En un grupo de estudio bíblico de una iglesia local, un joven le contó al líder del grupo al que asistía, una situación que lo estaba mortificando. Le comentó que en su trabajo tenía a cargo a algunas personas y que últimamente cuando algo no salía bien con sus labores, los trataba muy mal, sabiendo en ocasiones que sus compañeros no tenían la culpa de esas situaciones.  Debido a ello, cuando llegaba el domingo no quería ir a la iglesia porque se sentía hipócrita.

El líder le dijo al joven lo siguiente: “Un hipócrita es alguien que actúa como lo que no es.  Cuando vienes a la iglesia te comportas como un creyente.  O sea que, en la iglesia, no eres hipócrita”.  Cuando le dijo eso, el joven inmediatamente comprendió el lugar donde estaba siendo hipócrita, y que la solución no era dejar de ir a la iglesia sino reconocer su error y cambiar la manera de actuar en el trabajo.

La palabra hipócrita viene del griego hypokrites, hypo que significa «máscara» y crytes que significa «respuesta», si lo traducimos literalmente es alguien cuya respuesta o identidad está detrás de una máscara, dicho en palabras más sencillas: “alguien que realiza el papel de un actor”, que simula ser alguien que no es.

Como creyentes en Jesús, en ocasiones nos olvidamos de nuestra verdadera identidad, y nos ocultamos detrás de “mascaras” que no dejan salir nuestro verdadero yo, tratando con esto de no ser responsables por nuestras acciones delante de Dios, tal como vivíamos en otro tiempo (Efesios 2:2); es ahí donde en verdad nos convertimos en hipócritas de la fe.

  1. No permitamos que el pecado se haga presente en nuestra vida y nos haga actuar como no somos verdaderamente.
  2. Debemos vivir con la gracia de Dios, mostrando en todo momento lo que nos mueve y da vida que es Cristo Jesús (Efesios 2:5).  Este es el remedio para la hipocresía.

HG/MD

“Aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia son salvos!” (Efesios 2:5).