Lectura: Mateo 6:1-6, 16-18
En algún momento la mayoría de personas ha asistido a algún evento o lugar donde concurren muchas personas: un congreso, un concierto, un evento deportivo, en fin, alguna actividad masiva producida y ambientada con un objetivo.
Normalmente en este tipo de eventos se requiere tener un lugar apropiado, audio y vídeo adecuados, oradores, en algunas ocasiones músicos, transmisiones en línea, entre otros.
Este tipo de actividades requieren de todo un equipo de producción técnica y humana detrás de escena, el cual hace una labor increíble para que todo salga bien. Una vez le preguntaron a una de estas personas de producción que, si no sentían que pasaban desapercibidos, y la respuesta fue: “Justamente eso es lo que queremos, si alguien nos nota es que algo no está saliendo como se planificó”
En Mateo 6, el Señor les dijo a sus discípulos que cuando hicieran alguna caridad (vv.1-4), que cuando oraran (vv.5-6) y cuando tuvieran tiempos personales profundos con Dios (vv.16-18), todo lo hicieran para agradar a Dios y no a las personas, tal como lo dice: “Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará” (v.6); el mismo principio lo vemos aplicado en los versos 4 y 18.
Siempre tendremos el deseo natural de que nos vean y reconozcan nuestra labor, y aunque el estímulo y mostrar gratitud a otros por una labor bien hecha es algo bueno, el deseo obsesivo de ser elogiados puede aumentar nuestro ego, desviando la atención del objetivo mayor que es dar gloria a Dios por medio de todo lo que hacemos y beneficiar a los demás con nuestro trabajo y esfuerzo.
- Posiblemente no siempre habrá un: ¡Gracias! al final de una labor bien cumplida, pero podemos estar seguros de que Dios sí lo ve todo.
- La mayor recompensa de una labor bien hecha, es la satisfacción que se siente al final, cuando vemos el resultado de nuestro esfuerzo, mismo que en ocasiones nos ha hecho sudar y derramar alguna que otra lágrima y dar lo mejor de nosotros mismos, ya que lo hacemos como para Dios (Colosenses 3:23-24).
HG/MD
“Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará” (Mateo 6:6).