Lectura: 2 Timoteo 4:1-8

Un sabueso estaba persiguiendo a un venado, pero en su persecución se cruzó con un zorro que estaba en el camino.  En medio de su confusión, el sabueso optó por perseguir al zorro, después de seguir corriendo en el bosque se cruzó con un conejo y cambió su objetivo nuevamente, siguió al conejo.  Mas tarde se cruzó con un ratón y el sabueso decidió perseguirlo hasta que se refugió en un hoyo.  El sabueso inició su cacería con un imponente venado y terminó mirando el insignificante hoyo de ratones.

La mayoría posiblemente se está riendo del pobre sabueso.  Pero si lo pensamos por un momento, descubriremos que la mayoría de nosotros nos distraemos muy fácilmente y perdemos el objetivo primario de nuestras vidas.  Como creyentes no somos muy diferentes, es sencillo iniciar bien, pero con el tiempo rápidamente tendemos a desviarnos de nuestro andar en Cristo, y corremos tras cosas temporales y sin sentido que se cruzan por nuestro camino.

Es por ello que Pablo realiza la advertencia con respecto a concentrarnos en la fe y sobre su importancia (2 Timoteo 1:6-13; 2:1-2;22-26; 3:14-17); al igual que Timoteo, a quien fue dirigida esta carta, nosotros debemos concentrarnos en compartir nuestra fe con otros y de paso enseñarles la importancia de mantenerse en el camino de la fe, sin desviarse por los caminos equivocados (2 Timoteo 4:1-5).

Es muy sencillo desviarse tras los placeres y tentaciones que nos ofrece este mundo, los cuales tratan de influenciarnos para seguir el camino equivocado, aceptando como ciertas las mentiras del enemigo, menospreciando con ello la sana doctrina (2 Timoteo 4:3-4).

Para alejarnos de este camino de perdición, necesitamos profundizar en nuestra relación con Dios, hablando con Él cada día, estudiando Su Palabra, compartiéndola con otros, y perseverando en los tiempos difíciles que nos hacen crecer en la fe (2 Timoteo 4:2,5,7).

  1. Con la ayuda de Dios podremos mantener la mirada en Jesús. Permaneciendo cerca de Él para crecer en la fe, con el tiempo lograremos acabar bien nuestra carrera a Su lado.
  2. No le des la espalda a Dios, vuélvete y pon tu mirada en Él.

HG/MD

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera; he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7).