Lectura: Mateo 5:10-16

En tu estudio diario de la Biblia, quizás puedas sorprenderte por lo poco que al parecer Dios se preocupa por la tranquilidad y comodidad de sus hijos e hijas.

Tomemos como ejemplo a los personajes heroicos del Antiguo Testamento quienes se enfrentaron al peligro y arriesgaron sus vidas en lugar de ser desleales con Él.  ¿Dios los sobreprotegió? ¿Acaso los salvaguardó de los vientos rudos de la vida? El escritor a los Hebreos nos da la respuesta contundente: “Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a espada. Anduvieron de un lado para otro, cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; pobres, angustiados, maltratados”. (Hebreos 11:37).  ¡Cuánto confort!, dirán muchos de forma irónica.

El Nuevo Testamento no es la excepción, también parece existir esta extraña despreocupación por nuestra comodidad. Cuando Jesús oró por sus seguidores poco antes de su muerte, no les declaró que el Padre les haría un refugio y los protegería de los peligros de este mundo.  En cambio, dijo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno”. (Juan 17:15). Nuestro Señor Jesús no pide por nuestra comodidad, sino que pide para que se fortalezca nuestro carácter como creyentes, lo cual nos protege contra nuestro enemigo; para entender esto necesitas leer el pasaje Juan 17:9-21 en su contexto.

No creo que Dios no se preocupe por lo que te sucede.  Sin embargo, a Dios le importa más lo que sucede en ti para que Él pueda cumplir sus propósitos a través tuyo.

  1. Quizás Dios no te proteja del dolor o de los efectos del pecado en tu vida como deseas, pero si lo hiciera, ¿cómo podrías llegar a saber y a experimentar las profundidades de su sabiduría, amor y gracia.
  2. Dios no impide las tormentas de la vida ya que Él camina con nosotros a través de ellas.

HG/MD

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno” (Juan 17:15).