Lectura: Santiago 1:1-4
Según los más recientes descubrimientos científicos, el cuerpo humano está compuesto por al menos 10 billones de células que son el hogar de unos 100 billones de bacterias. Un parche de piel del tamaño de una moneda puede alojar hasta 2 millones de bacterias. La presencia de todos esos pequeños microorganismos puede parecer una amenaza abrumadora para nuestra salud; no obstante, los científicos dicen que en realidad estaríamos más propensos a enfermarnos sin la presencia de estos microscópicos seres. Las bacterias buenas nos ayudan a combatir a las bacterias malas que causan enfermedades.
Este mundo microscópico y turbulento nos da un interesante paralelo con el marco espiritual, donde los creyentes somos llamados a vivir para el Señor. Al contrario de lo que podríamos pensar, en realidad siempre vamos a estar mejor en un ambiente hostil que viviendo sin Él.
Dios llama a sus hijos a mostrar paciencia, amor y fe en un mundo contaminado por el pecado y opuesto a la justicia. Muchos de los problemas con que nos encontramos, pueden ayudarnos a evitar inconvenientes mayores y a luchar contra actitudes de autosuficiencia y orgullo, mismas que ocupan rápidamente nuestras vidas cuando todo va bien.
Ciertamente, los problemas en nuestras vidas pueden ayudarnos a depender del Señor y a confiar en su Palabra. Las dificultades que enfrentamos pueden contribuir a nuestra salud espiritual si podemos verlas como pruebas a nuestra fe y como oportunidades para desarrollar resistencia. Hasta que Jesús regrese podemos ser más saludables con ellas que sin ellas.
- La buena madera no crece en la facilidad. El viento, el sol, las sequías, la lluvia y el frío hacen más fuertes y resistentes a los árboles; es similar al resultado que las dificultades y las pruebas producen en nosotros.
- Dios quiere usar nuestras dificultades para hacernos mejores creyentes.
HG/MD
“No fijando nosotros la vista en las cosas que se ven sino en las que no se ven; porque las que se ven son temporales, mientras que las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18).