Lectura: Juan 8:30-47
A pesar de que ahora las utilizamos globalmente, las discutimos, las estudiamos, las practicamos, nuestras habilidades de comunicación pueden ser mejoradas, podemos sentirnos como el autor que escribió: “Yo sé que crees que entendiste lo que pensabas que dije, pero no estoy seguro, si te das cuenta de que lo que has oído, no es lo que te quise decir.»
La buena comunicación implica más que un buen hablar, también requiere de una buena escucha.
Jesús, es el comunicador maestro, fue a menudo mal entendido, como vemos en las Escrituras de hoy. Aunque Él dijo la verdad con claridad, y sus oyentes decodificaron en su mente su mensaje y luego lo rechazaron. “¿Por qué no pueden entender lo que les digo?”, Les interrogó. Respondiendo a su propia pregunta, respondió: “¡Es porque ni siquiera toleran oírme!” (Jn. 8:43-NTV). ¿Por qué eran tan malos oyentes? No porque Jesús no pudo comunicarse, sino porque no querían escuchar la verdad. ¿Y por qué no lo hicieron? Debido a que los enfrentaba a su necesidad de cambiar.
Cuando decimos: “Dios, ahora me quiero acercar a Ti” no es porque Él se está comunicando mejor, sino debido a que estamos escuchando y está dispuesto a cambiar.
- Vamos a proponernos que el escuchar de Dios por medio de su Palabra, sea una de nuestras mejores habilidades de comunicación.
- Es difícil sintonizar el mensaje de Dios, si nuestras vidas están llenas de estática terrenal.
NPD/YJ