Lectura: Colosenses 3:12-17
Hace algunos años tuve la oportunidad de trabajar con adolescentes y fue un excelente tiempo en mi vida. Recuerdo que, durante uno de los campamentos a los cuales asistí como líder, mientras estábamos en el proceso de preparación para salir de regreso, un muchacho recordó que había olvidado un objeto personal en uno de los senderos del lugar.
Entonces, uno de los líderes le recriminó muy molesto diciéndole que fuera a buscarlo, pero que por su culpa ahora iban a retrasar la salida hacia sus casas. El joven regresó muy apenado disculpándose con todos por lo ocurrido.
Como a los 30 minutos de nuestra salida, el líder quien regañó al muchacho nos dijo en tono muy bajo a los otros encargados, que también había olvidado algo muy importante en la habitación en la cual se había hospedado; a pesar de que para ese momento era aún más difícil devolverse para buscarlo, de igual manera nos devolvimos. Más tarde, se disculpó y nos dijo a todos incluyendo al muchacho: “¡Nunca volveré a ser tan duro con mis críticas!”.
Todos hemos cometido errores y tenemos áreas de nuestra vida en las que necesitamos mejorar, por lo que debemos soportarnos y perdonarnos cuando las cosas salen mal (Colosenses 3:13). Nuestra crítica debe ser constructiva y debemos vestirnos “… como escogidos de Dios, santos y amados vístanse de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia” (Colosenses 3:12).
- Cuando sea necesario reprender a alguien, debemos hacerlo con bondad y nunca con ira; por supuesto buscando siempre corregir el error, pero con amor.
- La restauración de la persona es el primer motivador que debemos tener como creyentes al corregir.
HG/MD
“… soportándose los unos a los otros y perdonándose los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor los perdonó, así también háganlo ustedes” (Colosenses 3:13).
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