Lectura: Job 3:3-5; 42:5-6

Una de las anécdotas más interesantes acerca de los inicios del cine mudo, fue la que sucedió durante la filmación de la película Alas, dirigida por William A. Wellman (1886-1975), quien se especializó en películas de aventuras.

En esta película se narraba la historia de dos aviadores de la Primera Guerra Mundial, y mientras se filmaba la película se detuvo el proceso durante algunos días, lo cual enojó mucho a los productores por lo que le reclamaron a Wellman y le preguntaron qué estaba sucediendo. Él les respondió: “Lo único que tenemos es cielo azul. El conflicto aéreo no se verá bien a menos que haya nubes, ya que generan la perspectiva correcta”. 

Esto era completamente cierto ya que, por la tecnología usada en esos años, se requería el fondo de nubes para que los espectadores y cinéfilos pudieran ser capaces de ver lo que estaba sucediendo.  La espera valió la pena ya que en 1929 esta película ganó los premios: a la mejor película y mejores efectos de ingeniería de los Premios de la Academia hoy conocidos como los Oscar.

En general es muy frecuente que prefiramos los cielos azules en lugar de cielos con nubes tormentosas; no obstante, en un cielo oscuro lleno de nubes de tempestad también podemos ser partícipes de la fidelidad de Dios. Al mirar atrás y ver esas nubes, obtenemos una perspectiva de cómo se manifiesta la fidelidad del Señor en nuestras pruebas.

Al inicio de su sufrido viaje, Job se lamentó: “Perezca el día en que nací […] repose sobre él una nube” (Job 3:3-5). Su desesperada situación continuó durante mucho tiempo hasta que Dios habló. Entonces, el patriarca exclamó: “De oídas había oído de ti, pero ahora mis ojos te ven” (42:5). Job se había encontrado con el Creador Soberano, y eso había cambiado su perspectiva sobre los propósitos divinos.

  1. Actualmente ¿está tu cielo cargado con nubes de dificultad? Antes de lo que piensas, tal vez Dios utilice esas nubes para ayudarte a obtener una perspectiva de su fidelidad.
  2. Aun en la tormenta te puede alcanzar la gracia de Dios.

HG/MD

“De oídas había oído de ti, pero ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).