Lectura: Efesios 4:11-16

Se cuenta la historia de un famoso escultor que estaba dándole los últimos toques a una escultura de bronce.  El artista seguía alisando y puliendo hasta la más mínima superficie de su obra maestra.

“¿Cuándo la terminarás?”, le preguntó un curioso observador. “Nunca, -fue la respuesta inmediata-, yo sigo trabajando  y trabajando hasta que vengan y se la lleven, si siempre habrán detalles por atender”.

Lo mismo podría decirse de los hijos de Dios.  Somos salvos por gracia y declarados justos en Cristo.  No obstante, cuando llegamos al asunto de la semejanza a Cristo en nuestro diario vivir, hemos de seguir trabajando en ello hasta que Jesús venga y nos lleve, algunos han llamado a este proceso cotidiano como: la santificación de creyente.

Como hemos comentado en otros devocionales anteriores: La bellota no se vuelve roble en un día… No es un sólo toque del pincel del pintor, lo que da como resultado que una pintura se termine.  Entre la siembra y la cosecha comúnmente hay un periodo de muchos meses de por medio.

Entonces, tanto si eres un nuevo creyente, como si has conocido al Señor durante muchos años, lo que más importa es que “creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia.” (Efesios 4:15).  No permitas que los reveses y los fracasos te desanimen.  Mantén la comunicación con Dios por medio de la oración.  Luego, a medida que te alimentes de la Palabra de Dios y obedezcas sus mandamientos, tú también llegarás a ser más como Cristo por medio del poder del Espíritu Santo que mora en ti.

  1. Recuerda, ¡toma tiempo!
  2. La salvación es milagro de un momento, el crecimiento, la labor de toda una vida.

NPD/RWD