Lectura: Mateo 26:57-64
No sé si has conocido a personas que hablan, hablan y hablan, sin entender que deben parar; que aman discutir, contradicen a todos, o no les importa que su conversación esté pasando de lo interesante a lo incómodo, hasta el punto de llegar a ser ofensiva o hiriente.
Esto me genera una pregunta respecto a los creyentes: ¿Hay momentos cuando los creyentes debemos optar por no hablar de Dios?
Creo que sí. Todo depende del contexto y la situación; por ejemplo, cuando nos enfrentamos a desafíos malintencionados de nuestra fe, el silencio es a veces la mejor respuesta. Tomemos como muestra el interrogatorio hostil entre Jesús y Caifás, el Señor inicialmente decidió callar (Mateo 26:63), ya que entendió que al gobernante no le interesaba conocer la verdad (v. 59). Aunque no siempre sabemos qué hay en el corazón de las otras personas, debemos ser sensibles a la guía del Espíritu en cada caso, “para que sepan [sepamos] cómo les [nos] conviene responder a cada uno.” (Colosenses 4:6- texto en corchetes añadido).
Además, cuando detectamos que responder una pregunta va a volver una conversación desagradable y la aleja de Cristo, es mejor dejarla allí y retomarla en otra ocasión, seamos sabios (Santiago 1:2-7).
¿Hay otros momentos cuando quizá lo mejor sea el silencio? Por ejemplo, si hablar de nuestra fe nos distrae a nosotros o a nuestros compañeros de trabajo impidiéndonos cumplir con nuestra tarea, debemos optar por mantenernos concentrados en la labor. O si alguien ha demostrado una constante resistencia, será mejor que dejemos de presionarlo. Recuerda que también podemos dar testimonio de la gracia de Dios con nuestra conducta (1 Pedro 3:1-2).
- Que no te quede duda, debemos ser embajadores del Señor en todo lugar, pero hay un tiempo para todo, tal como indica el autor de Eclesiastés 3:7 hay un: “tiempo de callar y tiempo de hablar”. Pide al Señor la sabiduría para iniciar una conversación con propósito con una persona, hay ventanas de oportunidad que se abrirán en tus relaciones con los demás para que compartas tu fe (1 Pedro 3:15).
- Si bien el evangelio de nuestro Señor es solamente uno, hay muchas maneras creativas en las que puedes compartirlo con otras personas: tu testimonio, comunicando textos bíblicos en tus redes sociales, estudios bíblicos, usando materiales que puedes encontrar en tu iglesia, en línea, en librerías, entre otros lugares.
HG/MD
“Que la palabra de ustedes sea siempre agradable, sazonada con sal, para que sepan cómo les conviene responder a cada uno” (Colosenses 4:6).