Lectura: Gálatas 5:1-6
El famoso novelista inglés J.R.R. Tolkien (1892 – 1973), escribió las siguientes líneas: “Las ovejas llegan a ser como su Pastor, pero… lentamente”.
La santificación del creyente puede entenderse como la renovación progresiva y creciente de su fe, con el fin de llegar a ser como Jesús (1 Corintios 11:1), pero este objetivo no se logra a corto plazo, ya que se trata de un proceso que nos llevará toda la vida.
Agustín (354-430), comparaba este proceso con el que lleva una herida grave para sanar, él decía: “Una cosa es sacar la espada, y otra cosa muy diferente sanar la herida por medio de un tratamiento largo y cuidadoso”. Podemos entender entonces que estamos en un proceso de sanidad, donde día a día vamos fortaleciendo nuestro andar de fe, dejando nuestras viejas actitudes y formas de pensar, mostrando cada vez más el carácter y prioridades de Jesús (2 Corintios 4:16).
Ese crecimiento es el resultado de la oración y estudio diario de las Escrituras; además debemos reunirnos rutinariamente en una iglesia local con otros que también quieren darle gloria a Dios. Al hacer esto entenderemos con mayor claridad, cuál es Su voluntad para nuestras vidas y cómo podemos empezar a servir a otros de una manera más eficiente.
Por supuesto, este andar de fe no es sencillo, siempre habrá momentos complicados y recuerdos de tiempos pasados que nos quieren mortificar y hacernos creer que estamos incompletos. Es cuando esto ocurre, que necesitamos volver a recordar que estamos en un proceso con el Señor a nuestro lado, que no somos perfectos y nuestra esperanza está puesta en Dios quien tiene un plan para nuestra vida (Gálatas 5:5; Jeremías 29:11).
- Vivimos en un mundo complicado, pero nuestra esperanza es que algún día estaremos con Dios (1 Juan 3:2).
- El nuevo nacimiento del creyente toma tan sólo un momento (Juan 3:1-21), pero la santificación es un proceso que nos llevará toda la vida (Efesios 2:10).
HG/MD
“Porque yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el Señor, planes de bienestar y no de mal, para darles porvenir y esperanza” (Jeremías 29:11).