Lectura: Proverbios 15:1-7

Creo que a todos en al menos una ocasión nos ha sucedido, vamos caminando muy felizmente, el día es tranquilo, estamos disfrutando de la brisa y de la compañía, nos reímos de las cosas divertidas que recordamos, y es tanta la risa que abrimos nuestra boca para tomar aire, de repente “Zup”, algo entra por nuestra boca, toda la alegría se detiene, no nos gusta el sabor de lo que acaba de entrar e instintivamente tocemos para sacarlo.

No nos gustan para nada las sensaciones que experimentamos cuando algo que no queremos entra en nuestra boca, pero las Sagradas Escrituras nos advierte que es mucho más importante cuidarse de lo que sale de ella.

El escritor de Proverbios 15 nos compartió lo siguiente: “La lengua de los sabios embellece el conocimiento, pero la boca de los necios expresa insensatez” (Proverbios 15:2), en este verso la palabra traducida como “expresa” también significa literalmente “explotar con”.

Cuando usamos nuestra boca para, literalmente explotar con sandeces, acusaciones sin sentido, o palabras llenas de ira y odio, puede causar un daño inimaginable en las personas que las reciben.

El apóstol Pablo habló de esto sin rodeos: “Ninguna palabra obscena salga de su boca…” (Efesios 4:29); es decir, palabrotas.  En versículos anteriores, también indicó que debemos dejar “la mentira” y hablar la “verdad” (v. 25). Y luego terminó con lo siguiente: “Quítense de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto con toda maldad” (v. 31); es decir que no seamos destructivos.  Lo que salga de nuestra boca debe ser sano y edificante.

  1. En definitiva, nos cuidamos mucho lo que ingresa a nuestra boca y está bien que así sea, pero debemos cuidarnos aún más de lo que sale de ella.
  2. Pidamos al Señor el corrector bucal del dominio propio para que las palabras que salgan de nuestra boca sean de edificación para otros.

HG/MD

“La lengua de los sabios embellece el conocimiento, pero la boca de los necios expresa insensatez” (Proverbios 15:2).