Lectura: Juan 19:16-30

Nuestro Señor terminó su martirio y misión, que había emprendido 33 años antes al encarnarse, pronunciando las siguientes palabras mientras se encontraba en la cruz: «Consumado es » (Juan 19:30). En el idioma original en el que Juan registró estas palabras, es usada por el Señor Jesús tan sólo una palabra: “tetelestai”. No son dos palabras, sino una: Consumado.

Esta fue una expresión de consumación, un grito de victoria y de finalización. En tan sólo una palabra, el Salvador declaró un hecho, una verdad tan maravillosa con la que Satanás ha estado ocupado y frustrado, y es una verdad que desde entonces ha tratado de esconder de las mentes de los hombres y las mujeres, ese es el significado del último grito triunfal de Jesús.

Como resultado de esta consumación, hay millones de almas llenas de paz y descanso, no obstante, aún hoy existen muchos que no se han dado cuenta o no aceptan que la salvación humana es un trabajo terminado y pagado. No hay nada más que hacer. Sin embargo, estas queridas almas trabajan y realizan sacrificios, tratando de hacer cosas que las hagan sentir merecedoras del favor de Dios.

Cuando imagino ese momento me veo de pie frente a aquella cruz, sintiendo la profunda agonía y oscuridad de aquel momento, cuando aquella voz tras un rostro golpeado y ensangrentado, articuló esas maravillosas palabras de salvación: “¡Consumado es!”.  En ese momento la tierra tembló, las rocas se partieron, y se abrieron los sepulcros (Mt. 27:51-52). Su obra de salvación estaba completa.  Hoy puedes decir con alegría: «¡Alabado sea mi Dios, este trabajo ya está terminado por amor a mí!”

  1. ¡La cruz nos recuerda que el Dios hecho hombre, murió con los brazos abiertos por amor a ti y a mí, y que hoy está vivo y tiene preparado un lugar para cada uno de nosotros!
  2. La salvación no se puede ganar, tan sólo debe ser aceptada, hay UNO que ya pagó el precio (Efesios 2.8-10).

HG/MD

“Cuando Jesús recibió el vinagre, dijo: ¡Consumado es! Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu” (Juan 19:30).