Lectura: Juan 19:25-30
Muchas de nuestras esperanzas y nuestros sueños quedan sin cumplirse. El compositor Franz Schubert dejó este mundo dejando su “Sinfonía Inconclusa” detrás. De manera similar, el prolífico autor Charles Dickens no pudo desarrollar plenamente la trama de su novela El Misterio de Edwin Drood.
Indudablemente, nosotros también tenemos aspiraciones que no podremos culminar. Pero que bendición saber que Jesús logró la obra de nuestra redención de manera total y perfecta en la cruz.
Las últimas palabras de Jesús, “Consumado es,” son en realidad una sola palabra en el idioma original (Juan 19:30). Pero esa palabra contiene un mar de significado. Lo que Jesús dijo en un grito ahogado fue: “¡Culminado!” o “¡Terminado!” Ese grito desde la cruz anunció no solo que Su sufrimiento había llegado a su fin sino que también Su obra redentora se había logrado de manera eterna. Todo lo que había venido a cumplir en Su vida humana estaba terminado. ¡Hecho!
No podemos hacer nada para añadir a Su sacrificio. La muerte a la que Cristo se entregó fue todo-suficiente. Extendemos la mano vacía de la fe, y Dios, en Su gracia, la llena con el regalo de la vida eterna.
1. ¿Has extendido tu mano de fe para recibir este regalo? ¿Desaprovecharas su regalo para ti?
2. ¿Has compartido últimamente este regalo con otros?
VCG/NPD