Lectura: 1 Corintios 3:5-23

En el mundo de la arquitectura de edificios hay múltiples opiniones y diseños, algunos buenos y otros no tanto.

Dentro de la categoría de los más problemáticos, se encuentra el edificio de Johnson & Son, en Racine Wisconsin, que es un lugar glamoroso, en el cual diseñaron un “Gran Salón de Trabajo”, amplio, con columnas que terminan en un tipo de tragaluces, y tiene columnas y techos que hacen que la acústica sea un problema, ya que las personas pueden oír una conversación del otro lado del salón y esto lo hace complicado; tuvo problemas de aislamiento y en algunas ocasiones el agua se condensa provocando goteras.

Otro edificio hermoso en su diseño, es el Walt Disney Concert Hall de los Ángeles. Cuenta con un recubrimiento metálico que ha sido criticado por emitir haces de luz, debido a su fachada que concentra los rayos solares sobre algunas zonas, y como consecuencia, las temperaturas pueden subir hasta los 60 grados centígrados (140 grados Fahrenheit).

¿Podríamos nosotros estar edificando una casa que se ve muy bien por fuera pero que por dentro esté llena de fallas, o que sus maravillosos detalles sean poco prácticos y hasta peligrosos para las personas?  Eso es lo que hacemos muchas veces con nuestras vidas si las edificamos conforme a nuestra voluntad y no a la de Dios.

Nuestro mundo se ha desviado hacia un falso sentido de seguridad porque creemos que nuestras obras y pensamientos nos ayudarán finalmente a ser mejores, pero esto es tan sólo un espejismo que se desmoronará conforme nos acerquemos y veamos la falsedad de lo que creímos era una realidad.  Nuestro egocentrismo siempre dejará espacios vacíos donde el enemigo tratará de incluir nuevas ideas erróneas.

Por eso es que siempre debemos recordar: “Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmos 127:1).  Permite que Dios sea el arquitecto y constructor de tu vida; sólo así podrás estar seguro de que está bien construida.

  1. Con Dios como Arquitecto y su Palabra como el Plano, tu vida estará edificada sobre el mejor de los fundamentos.
  2. Sin los planos adecuados, el resultado final será cualquiera menos el que tienes planificado; si no lees y estudias la Biblia, el resultado final de tu vida será el fracaso.  

HG/MD

“Si el Señor no edifica la casa en vano trabajan los que la edifican. Si el Señor no guarda la ciudad en vano vigila el guardia” (Salmos 127:1).