Lectura: Hebreos 1:1-9
En septiembre de 1971 Ray Tomlinson envió un mensaje desde su máquina a otra unidad de la oficina a través de una red (ARPANET). En ese momento Tomlinson estaba experimentando con diversas formas de interacción entre las personas y las computadoras, pero jamás pensó que eso se convertiría en lo que hoy conocemos como correo electrónico o mensajería digital, y que cambiaría en mucho la manera en la cual nos comunicamos.
Hoy, décadas más tarde, tan sólo en el 2021 se enviaron alrededor de 300.000 millones de correos electrónicos diarios en todo el mundo, y ni que decir de los 7000 millones de mensajes instantáneos que se envían diariamente por medio de una de las más usadas plataformas de APPS de mensajería corta que existen en la actualidad.
Muchos de estos mensajes y correos contienen información de negocios, familiares y amigos, pero otros llevan información desagradable o virus destructivos. Una regla básica para el uso de los e-mails o mensajes electrónicos es: “No abrirlo a menos que confíes en el remitente”.
Dios también nos ha enviado un mensaje muy especial en la Persona de su Hijo, y podemos confiar en el Remitente. En el Antiguo Testamento, el Señor le habló a su pueblo mediante los profetas, y muchos rechazaron la Palabra de Dios, pero ello era una preparación para lo que nos compartió el autor del libro de Hebreos: “Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por medio de quien, asimismo, hizo el universo” (Hebreos 1:1-2).
Quizás nos asombre el misterio inexplicable del Dios Todopoderoso quien entró en nuestro mundo como un bebé; aun así, seguimos dudando de recibir a Cristo y colocar nuestra vida en sus manos.
La Natividad es el mensaje inolvidable del amor, la redención y la esperanza que Dios ha enviado.
- ¿Confiarás en el Remitente y abrirás su mensaje hoy?
- ¿En esta época, llevarás la luz de Jesús a otros corazones?
HG/MD
“En estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por medio de quien, asimismo, hizo el universo.” (Hebreos 1:2).