Lectura: Juan 15:9-17

Cuando leí esta definición me gustó mucho lo que decía y más aun lo que implicaba: “conocer el corazón de otra persona y compartir el propio con alguien más”, así definían la amistad.

Sin duda la amistad es un asunto muy personal; cuando en verdad confiamos en otra persona a ese nivel, realmente estamos compartiendo nuestro corazón y confiamos en que la otra persona también lo está haciendo, creemos tener la certeza de que la información, sueños, alegrías y dolores, serán usados para ayudarnos y no para perjudicarnos.

Normalmente los creyentes nos referimos a Jesús como nuestro amigo, ya que sabemos que Él siempre va a querer lo mejor para nosotros, pero si fuera al revés, y sabiendo como somos, ¿Jesús debería confiar en nosotros? ¿Podemos decir que nosotros somos sus amigos? ¿Lo escuchamos o solo queremos que Él nos escuche? ¿Deseamos saber lo que tiene en su corazón o únicamente buscamos contarle lo que hay en el nuestro?

Entonces, para ser amigos de Jesús, debemos escuchar lo que Él quiere que sepamos y, después, utilizar esa información para guiar a otros para que también sean sus amigos.

  1. Jesús empezó a llamar a sus discípulos amigos en lugar de siervos porque les había confiado todo lo que le había oído decir a su Padre (Juan 15:15). El Señor les encomendó que usaran esa información para beneficio del reino de Dios.  ¿Qué estás haciendo con la información que has aprendido a través de Su Palabra?
  2. Seamos amigos de Jesús, empecemos por ser confiables, estudiemos y escuchemos atentamente lo que Él está tratando de decir a nuestro corazón y mente.

HG/MD

“Ya no los llamo más siervos porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Pero los he llamado amigos porque les he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre” (Juan 15:15).