Lectura: Mateo 6:5-13

Tal vez has escuchado hablar del hombre que siempre oraba así: “Señor, bendíceme a mí, a mi esposa, a un hijo y a su esposa, a nosotros cuatro y a nadie más. Amén.”

Muchas veces nuestras oraciones están diseñadas exclusivamente para obtener algo para nosotros. La mayoría de las veces, nuestra actitud es: “Dame esto, dame aquello. Amén”.

Considerando la manera en que hablamos con Dios, uno pensaría que el modelo de oración que nos dio el Señor en Mateo 6 consistía únicamente de peticiones para satisfacer nuestros deseos egoístas. Pero lee los versículos 5-13 de nuevo. Cuando elevamos nuestros corazones a Dios hemos de honrar su nombre, desear su voluntad en la tierra, pedirle perdón, buscar fortaleza para la victoria espiritual, y reconocer su autoridad, poder y gloria.

Claro que Dios desea que le expresemos nuestras necesidades, y también se deleita en conceder buenas cosas a los suyos. Jesús dijo: “Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan!”. Sin embargo, pedir no debería ser el único elemento en nuestras oraciones. El Señor se deleita en nuestra adoración y comunión y en escuchar nuestra confesión de pecado, así como nuestras peticiones no egoístas.

  1. Si oramos como nos enseñó Jesús, haremos mucho más que decir: “Padre, danos…”
  2. La oración NUNCA debería ser una lista de deseos egoístas.

NPD/RWD