Lectura: 1 Pedro 2:4-10
Es un hecho bien conocido que, durante su fase de crecimiento vegetativo, el girasol orienta su brote y hojas hacia el sol, moviéndose del este al oeste a medida que avanza el día, a este fenómeno se le llama heliotropismo.
Seguir al sol maximiza la cantidad de luz solar que la planta recibe para la fotosíntesis, lo que optimiza su crecimiento y el desarrollo de semillas más saludables. Este proceso está regido por su propio ritmo circadiano interno que anticipa la salida del sol.
De cierto modo todos fuimos hechos para parecernos a estas flores. Dios nos llamó para que nos volvamos hacia la luz de su amor. El apóstol Pedro escribe sobre lo maravilloso de ser llamados “…de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
Antes de conocer al Señor vivíamos en la oscuridad del pecado y de la muerte, que nos impedía acercarnos a Él (Efesios 2:1-7). No obstante, en su misericordia y amor Dios abrió un camino para que salgamos de las tinieblas espirituales, lo hizo a través de la muerte y resurrección de su Hijo (Colosenses 1:13-14).
Nuestro Señor Jesús es la luz del mundo, y todos los que ponen su fe en Él para que les perdone sus pecados recibirán vida eterna, y consecuentemente reflejarán cada vez más su gracia y su verdad (Efesios 5:8-9).
- Señor, siempre queremos buscar y caminar en tu luz y alejarnos de las tinieblas (Juan 8:12).
- Reflejemos a otros la luz verdadera que tan sólo emana del Señor.
HG/MD
“Así alumbre la luz de ustedes delante de los hombres, de modo que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:16).





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