Lectura: Juan 12:23-28

Hay una industria que todos los años ve como el producto de su esfuerzo es comprado, usado y al poco tiempo tirado, con mucha esperanza, en un bote de basura para reciclaje.  Me refiero a las personas que trabajan en la industria del papel de regalo.  Horas y horas de diseño, fabricación, embalaje y distribución, son literalmente tomadas y depositadas en un basurero, pero ellos no lo lamentan ni por un momento.

Una vez le preguntaron a uno de los líderes de esta industria su opinión sobre esta cruda realidad, a lo que cual respondió de forma simpática: “Lo que NO queremos es ver el producto de nuestro trabajo guardado por años en el closet de una casa”.

Lo que sucede en la industria del papel de regalo, es muy semejante a lo acontecido con la venida de nuestro Señor Jesús a la tierra.  Cuando Dios envió a su Hijo al mundo, definitivamente su propósito no fue darnos un paquete envuelto en bello papel de regalo para que lo contempláramos.  Jesús dejó su gloria y voluntariamente llegó a la tierra vestido con nuestra humanidad, sabiendo que su propósito final era morir en la cruz por nuestros pecados, y nos lo dejó patente en las siguientes palabras: “Ahora está turbada mi alma. ¿Qué diré: “¿Padre, sálvame de esta hora”? ¡Al contrario, para esto he llegado a esta hora!” (Juan 12:27).

Su propósito final no fue la autopreservación, sino el sacrificio.  Al pensar de nuevo en el propósito del papel de regalo y lo que aprendimos de nuestro Señor, las similitudes son muy grandes, tuvieron que ser destruidos para mostrarnos el esplendor en su interior, ¡gracias Señor!

  1. El extraordinario significado del sacrificio de Jesús, se resume en las palabras: “¡Fue por amor a ti!  ¿Aceptarás Su sacrificio de amor?”.
  2. Jesús nació para que nosotros pudiéramos nacer de nuevo. (Juan 3:3-16).

HG/MD

“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo que, a menos que nazca de nuevo, uno no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3).