Lectura: 1 Tesalonicenses 5:11-18

En mis tiempos de secundaria al grupo de amigos se nos ocurrió ir a pescar a un río, nuestro objetivo era pescar cangrejos. Cuando llegamos al lugar uno de mis amigos quien tenía más experiencia, nos dio a cada uno un balde de plástico sin tapa. 

La mayoría se quedó extrañado pues los baldes no eran muy altos. Al ver nuestra reacción, nos dijo: “Tranquilos, no hace falta que sean altos o que tengan tapa, ya van a ver por qué se los digo”.

Luego de capturar algunos de estos crustáceos, todo quedó claro.  Los cangrejos trataban de trepar unos sobre los otros y cuando alguno subía, había otro que lo atrapaba y lo bajaba para lograr subir; este comportamiento se repetía una y otra vez.

Recordar esa lucha sin sentido, me hizo pensar en lo destructivo que es el egoísmo, ya que busca el beneficio personal sobre el comunal.

El apóstol Pablo comprendía muy bien la necesidad de que los creyentes entendieran que son interdependientes unos de otros, y que las relaciones deben ser constructivas.  Es por eso que escribió lo siguiente: “también les rogamos, hermanos, que les llamen la atención a los ociosos, que animen a los de poco ánimo, que apoyen a los débiles, y que sean pacientes con todos.” (1 Tesalonicenses 5:14).  

Además, también los instó a relacionarse de manera pacífica y con amor (vv.13-15), los motivó a desarrollar una cultura de perdón, bondad y compasión, sabiendo que esto fortalecería su relación con Dios y con las demás personas (vv.15,23).

  1. Una de las conductas más importantes para crecer saludablemente en Cristo, es tratar a nuestros semejantes con respeto y amor, en lugar de tratar de hacerlos caer.
  2. Ser constructivo en lugar de destructivo es un desafío diario. Te animamos para que esta semana le digas al menos a una persona, palabras positivas de lo que ves en ella.

HG/MD

“Tengan cuidado de que nadie pague a otro mal por mal; más bien, procuren siempre hacer el bien, tanto entre ustedes como con los demás” (1 Tesalonicenses 5:15).