Lectura: Mateo 18:23-35

En muchas ocasiones he pensado que la vida se parece al juego de los “autos chocones o chocadores” que está presente en algunos parques de diversiones. En él te subes al auto del juego, sabiendo que van a chocarte y que tu también vas a chocar a alguien, así que parte de la diversión sucede cuando te chocan y entonces aprietas el acelerador de tu “auto” y persigues a quien te chocó, esperando golpearlo con más fuerza de la que recibiste.

Tal vez esta sea una estrategia divertida para este juego de parque de diversiones, pero cuando usamos esa misma estrategia en la vida real, las consecuencias son nefastas, la venganza sólo empeora las cosas y al final todos los que están involucrados salen perjudicados por este tipo de conflictos de la vida.

Sin embargo, Jesús tenía una estrategia mejor: perdonar a quienes nos “chocan”.

Y es que, quizás como lo hizo Pedro, nos preguntemos cuántas veces tenemos que hacerlo.  Al preguntar, pensando posiblemente que tendría una felicitación del Señor: “¿hasta siete?”, el Señor le respondió de una forma que Pedro jamás esperó: “hasta setenta veces siete” (Mateo 18:21-22).

En otras palabras, la gracia y la misericordia no tienen límite.  Siempre debemos tener un espíritu perdonador. ¿Pero, por qué?

En el relato del amo que perdonó, Jesús explica que no perdonamos porque nuestros ofensores lo merezcan, sino porque nosotros mismos hemos sido perdonados: “…Toda aquella deuda te perdoné porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, así como también yo tuve misericordia de ti?” (vv. 32-33).

  1. Estoy seguro de que todos de alguna forma en este año o anteriormente, hemos sido lastimados, pero siempre piensa primero en el perdón, antes de buscar venganza, déjale eso a Dios (Romanos 12:17-21).
  2. No te dejes vencer por el mal, más bien perdona porque tú también has sido perdonado.

HG/MD

“No seas vencido por el mal sino vence el mal con el bien” (Romanos 12:21).