Lectura: 2 Pedro 1:19-21
De vez en cuando vuelven a salir por redes sociales y en otros medios de comunicación, las profecías de Nostradamus, pero, ¿quién era este hombre?
Michel de Nostradamus (1503-1566) era un médico y astrólogo francés que vivió en el siglo 16. La razón de la popularidad de su nombre es porque decía tener poderes proféticos.
Por ejemplo, sus mensajes se han asociado entre otros, con algunos eventos de la Segunda Guerra Mundial y más recientemente a inicios de siglo, al ataque terrorista de las Torres Gemelas.
Pero, en realidad la mayoría de sus “profecías” han sido modificadas por algún bromista o personaje muy ocurrente, por no decir charlatán, que tomó algunos de sus versos, los embelleció y “acomodó” para ajustarse al evento que dice “profetizar”. Esta falsedad llevó a los lectores a creer que Nostradamus había profetizado correctamente el ataque terrorista y otros eventos de la historia, sin embargo, todo se trata de una gran mentira.
No debemos perder el tiempo leyendo las obras de este falso profeta y otros falsos profetas, o de sus posteriores “correctores ocurrentes y mentirosos”. Debemos recordar que Dios condena toda forma de brujería (Deuteronomio 18:10-13), involucrarse en ella es pecado (Gálatas 5:19-20).
Las palabras del profeta Isaías lo explican de una forma muy contundente: “Y cuando les digan: Consulten a los que evocan a los muertos y a los adivinos que susurran y murmuran al hablar, respondan: ¿Acaso no consultará un pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos a favor de los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan de acuerdo con esta palabra, es que no les ha amanecido” (Isaías 8:19-20).
- Así que, permanezcamos cercanos a la Palabra de Dios. Alejémonos de falsos profetas y charlatanes.
- Podemos estar 100% seguros de que las profecías que encontramos en las Escrituras, fueron cumplidas o se cumplirán en el momento que Dios así lo disponga.
HG/MD
“Porque jamás fue traída la profecía por voluntad humana; al contrario, los hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).